jueves, 31 de diciembre de 2009

Algas, o cómo convertir CO2 y residuos en biocombustibles

Aparecen métodos más eficientes y económicos para producir biocombustibles. Las algas no inciden sobre el precio de los alimentos y convierten gases contaminantes en combustible.


Pero las algas son también una de las fuentes para producir biocombustibles (bioetanol, biobutanol y biodiésel) que suscitan mayor interés: su producción en masa no incidiría sobre el precio de los alimentos como ocurre con los cultivos de cereales y otras plantas, mientras pueden crecer decenas de veces más rápido que cultivos vegetales y extraer un mayor rendimiento energético a partir de la misma masa.

Asimismo, se estudian métodos para usar plantas con grandes cultivos de algas que capturarían dióxido de carbono y emitirían oxígeno (consultar animación de The Guardian sobre el método empleado para producir combustible a través del cultivo de algas).

Sería posible, por ejemplo, situar plantas de algas para secuestrar dióxido de carbono junto a industrias contaminantes y convertir los gases nocivos en materia prima para generar biocombustible no contaminante.

Dadas sus potenciales ventajas, el cultivo de algas para el sector de los biocombustibles interesa a empresas de nueva creación; centros de investigación públicos y privados (o una simbiosis de ambos modelos, como la colaboración entre el Departamento de Ciencias del Mar de la Universidad de Alicante y la empresa BFS BioFuel Systems, que desarrollan el prototipo Airemar, mecanismo capaz de convertir CO2 en biocombustible a partir del cultivo de algas); e incluso agencias gubernamentales.

La apuesta pública por las algas crece: el Gobierno británico financia, a través de su agencia independiente The Carbon Trust, el mayor programa de investigación para crear combustibles a partir de algas (con 26 millones de libras de presupuesto y el objetivo de que los biocombustibles a partir de algas sean realidad comercial en 2020), el programa de rescate impulsado por Barack Obama destina 1.500 millones de dólares a la investigación de alternativas a los combustibles fósiles, y se espera que al menos una porción de esta cantidad sea destinada a biocombustibles derivados de algas.

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