La competencia es una interacción entre individuos, provocada por la necesidad común de un recurso limitado, y que conduce a la reducción de la supervivencia, el crecimiento y/o la reproducción de por lo menos algunos de los individuos competidores implicados.
En las condiciones de campo, los individuos se ven afectados por la cantidad de un recurso que queda después de ser explotado por otro. Generalmente los individuos pueden competir por luz, agua ó nutrientes.
• Luz
A diferencia de los otros recursos involucrados en la competencia, la luz no se encuentra en cantidades limitadas sino que posee un flujo continuo. La interceptación lumínica por parte de las plantas modifica la disponibilidad del recurso, tanto en lo referente a la cantidad como a la calidad del mismo.
Uno de los factores que condiciona el resultado de la competencia por luz es la diferencia de altura de los componentes, incluso con diferencias muy pequeñas de altura pueden tener un marcado efecto sobre los niveles de intercepción de luz de cada uno de los componentes de la mezcla. Este hecho debe atribuirse a que la intensidad lumínica al atravesar el dosel vegetal de los bosques, va decreciendo en función de un patrón exponencial.
Matemáticamente, la radiación incidente (I) a distintos niveles del dosel, pueden expresarse de acuerdo a la siguiente fórmula:
I = Io e(k.LAI)
Io es la radiación incidente en el extremo superior del dosel.
k es el coeficiente de extinción de la luz.
LAI es el índice de área foliar.
El ángulo de inserción y el grosor de las hojas juegan también un rol importante en la competencia por luz, de forma que las hojas horizontales y gruesas juegan con una importante ventaja a la hora de interceptar las radiaciones lumínicas.
Las hojas horizontales absorben entre el 40-55% de la luz incidente mientras que las hojas erectas, absorben entre un 20-30%.
Además de estos mecanismos, hay otras adaptaciones como la de incrementar la superficie asimiladora por unidad de biomasa ó aumentar la relación tallo-raíz.
Un ejemplo de esta competencia por la luz, se produce en Taraxacum officinale (dientes de león) que expanden sus rosetas de hojas en el suelo, eliminando otras plantas de la zona que cubre.
Los árboles de crecimiento más rápido en un bosque adquieren una dominancia en altura, ensombreciendo a los demás. De esta forma, plantas con rosetas o con copas expansivas, interceptan una mayor cantidad de luz reduciendo al crecimiento de otras plantas de su entorno.
• Agua
Alrededor del 99% del agua absorbida por las plantas se acaba perdiendo por transpiración, por lo que queda un 1% restante que permanece dentro de los tejidos o interviene en las diferentes reacciones metabólicas.
Que las plantas tengan un metabolismo determinado, afectará a la competencia por el agua, ya que por ejemplo las especies C4 son más eficientes en el uso del agua que las C3. La absorción de CO2 en las plantas C4 se encuentra menos limitada por la apertura estomática, lo cual les permite mantener una alta tasa de fotosíntesis incluso en condiciones de sequía y por tanto una mejor adaptación y una mejor competitividad.
Generalmente en hábitats con existencia de competencia por un recurso como es el del agua, el recurso acaba siendo compartido por los individuos en función de la densidad de raíces de los individuos. En esta situación de competencia, la especie mejor adaptada acabe llegando a ser la dominante del lugar, pudiendo llegar en algún caso a situaciones parecidas a las de los monocultivos, donde la cantidad de raíces puede llegar a sobrepasar la cantidad que se requiere para una absorción máxima de agua.
Un ejemplo de esto, se produce entre el Quercus fusiformis (roble americano) y las plantas del sotobosque. Se encontró que los niveles de agua eran los que marcaban la competencia, ya que los árboles sanos captaban la mayoría del agua, suprimiendo el crecimiento del sotobosque.
Roble americano en Texas. Fotografía de sixpounder
Este tipo de competencias, son bastante habituales en los bosques gallegos de Quercus robur o en la meseta con Quercus ilex o Quercus rotundifolia.
• Nutrientes
Va influir bastante la posibilidad de que los nutrientes tengan movilidad o no sean tan movibles según su solubilidad en el agua y la capacidad de la planta, para absorber estos mismos nutrientes, por lo que la planta que tenga una mayor capacidad de absorción será la que va a tener más éxito.
Por ejemplo, los iones nitrato que se transportan de forma pasiva en el flujo de agua en el suelo, acaban siendo bastante más móviles que el fósforo o el potasio. Por lo tanto, el volumen de suelo del cual una raíz puede absorber nitratos será similar al volumen de suelo del cual esa misma raíz puede extraer agua.
De esta forma, en diferentes ecosistemas terrestres, logramos diferenciar zonaciones en la distribución de las plantas y la tasa de aportes de nutrientes al suelo. En aquellas zonas, donde la tasa de aporte de nutrientes es baja, encontramos una vegetación predominantemente herbácea, mientras que en las zonas con grandes tasas de aportes de nutrientes encontramos una vegetación arbórea elevada. (Modelo ALLOCATE - Tilman 1988).
Un ejemplo con varios de estos factores, ocurre entre las propias plantas de Zea mays (Maíz). En este caso, hay una competencia con los nutrientes y la luz.
En un primer momento, compiten por los nutrientes que les permitan un mejor y más rápido crecimiento, y posteriormente aprovechando de este crecimiento, captan la luz solar e impiden a los que no crecieron el acceso a la misma.
Hermafroditismo en Maíz. Fotografía de Oculator
Más en
- Azcón-Bieto, J, Talón, M.(2000). Fundamentos de Fisiología Vegetal. McGraw-Hill/Interamericana España - Edicions Universitat de Barcelona. Madrid.
- Begon, Michael, (1999). Ecología: individuos, poblaciones y comunidades. Omega. Barcelona.
- Reigosa Manuel J., Pedrol, N., Sánchez Adela (2003). La Ecofisiología vegetal : una ciencia de síntesis. Thomson. Madrid.
- Smith R.L, Smith T.M. (2001). Ecología. Pearson Education. Madrid.
Artículo realizado por Andrés Rodríguez Seijo
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