O quizás quieran que yo ponga aquí un banner, un gif animado horrible, en contra de la Ministra de Cultura. No señor. Yo hace un montón de años dejé de ser un adolescente imbécil.
¿Alguien quiere mi posición? Mi posición es muy simple. Invierto en productos audiovisuales (o en sus soportes) alrededor de 190 euros al mes. Pero ya no le pago a Verbatim. Tampoco pago cintas en VHS. Ya no le pago a TDK. Ya no le pago a Blockbuster. Ya no le pago al cine Verdi.
Ahora le pago a Telefónica un adsl; le pago a Digital+ para tener alta definición; le pago a Rapidshare que me da descarga directa; le pago a Conceptronic que me ofrece discos extraíbles; le pago a Endesa que me da la luz.
Por lo que entiendo, lo que propone esta mujer es armar un tinglado eficaz en el que podamos bajarnos la segunda temporada de Shameless, subtitulada, por 74 céntimos el episodio, a velocidad de vértigo. Y que 13 céntimos sean para Paul Abbott.
O que podamos descargar las películas de Medem sin meter basura-redonda-metálica en casa, por un euro, y que diez céntimos de ese euro sean para Julio Medem.
Todo lo demás, todo el debate estéril, todo el pataleo, todo el fundamentalismo en contra y a favor de las descargas, es una pelea muy pelotuda. Un vaivén aburrido y torpe.
Torpe la chica que escribió el artículo en El País. Torpe “la Asociación de Internautas” (lo pongo entre comillas porque no es serio, ha de ser el millón de muchachos de 30 a 34 años que todavía vive con los padres) y sus revoluciones de adolescentes tardíos.
Torpe y burda la prensa que desinforma para defender intereses creados, pero también burdos y vanidosos los gurús digitales que inventan conspiraciones paranoicas entre sindicatos de guionistas para salir en la portada de Menéame.
El artículo completo, aquí
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