Si alguien de otro continente que no conociera la historia de La Mancha húmeda aterrizara por casualidad en la casa de Julio Escuderos no creería ni una palabra de lo que dice. La casa, blanca, de una sola planta, pequeña, modesta, está situada en el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, en Ciudad Real. Se encuentra en medio de un secarral, en una zona que se alza un poco respecto al resto. La vegetación lo tapa todo. Pero Julio da fe de que esto no era así y de que no debería serlo. "Esto era una maravilla", señala el terreno yermo: "La laguna llegaba hasta esta pared de la casa y salíamos en barca casi desde la puerta. Todo estaba lleno de agua, cangrejo del bueno, del de aquí, carpas y lucios. Había ojillos por los que salía el agua en todas partes. Y cuando íbamos con el carburo a pescar de noche bebíamos directamente del Guadiana".
Julio es el último pescador de las Tablas de Daimiel. A sus 81 años se ha convertido en el testigo vivo del desastre colectivo que suponen la desecación de las lagunas y, desde agosto, el incendio subterráneo que corroe las entrañas del parque.
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sábado, 17 de octubre de 2009
El hombre que pescaba cangrejos en Daimiel
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