martes, 20 de enero de 2009

Discurso de toma de posesión de Barack Obama

Doug Mills/The New York Times
andresrguez

Traducido por http://meneame.net/user/recuerdame



"Conciudadanos:

Estoy aquí hoy con la humildad de la tarea que tenemos ante nosotros, agradecido por la confianza que me han depositado, consciente de los sacrificios de nuestros antepasados.

Le agradezco al presidente George Bush por sus servicios a nuestra nación, así como por la generosidad y cooperación que ha demostrado en estar transición.

44 estadounidenses han juramentado para ser presidentes, las palabras se han dicho en tiempos de prosperidad y de paz, pero de tanto en tanto el juramento se produce en medio de nubarrones y de tormentas.

En estos momentos Estados Unidos no solamente ha seguido adelante por la visión del liderazgo, sino porque nosotros, el pueblo, hemos mantenido la fidelidad a los ideales de los próceres y la fe en nuestros documentos fundamentales, así tiene que ser con esta generación de estadounidenses, que estamos en medio de crisis que no entienden cabalmente.

Nuestra nación esta en guerra contra una vasta red de violencia y odio, nuestra economía está muy debilitada debido a la irresponsabilidad de algunos, pero también por que no tomamos decisiones firmes para preparar a nuestra nación para una nueva era.

La gente ha perdido hogares, empleos negocios, nuestro servicio médico es muy costoso y cada día trae mas evidencia en que la forma en que utilizamos la energía fortalece a nuestros adversarios

Estos son los indicadores de la crisis, sujetos de datos y estadísticas, menos medible, pero no menos profundo es la falta de confianza en nuestra nación un temor de que la declinación de Estados Unidos es inevitable y que la próxima generación debe reducir sus expectativas, hoy los retos que enfrentamos son reales a son muchos, que no se van a encerar con facilidad o en corto tiempo pero, sepan esto estadounidenses van a ser encarados.

Este día nos reunimos porque hemos decidido optar por la esperanza sobre el miedo, en la unidad de propósitos sobre el conflicto y la discordia, en este día queremos proclamar el fin de los reclamos mezquinos y las falsas promesas, las recriminaciones y los dogmas desgastados que por mucho tiempo han estrangulado a nuestra política, seguimos siendo una nación joven, pero como dice la escritura, ha llegado el momento de reafirmar nuestros espíritu perdurable, des escoger lo mejor de muestra historia y avanzar con este don, esta idea noble pasada de generación en generación la promesa divina de que todos somos iguales, libres y merecemos
la oportunidad de buscar la felicidad.

Al reafirmar la grandeza de nuestra nación entendemos que la grandeza no es un regalo absoluto. Debe ganarse. Nuestro viaje nunca ha sido uno de atajos o de conformismos, no ha sido un camino para los débiles, para los que prefieren el placer al trabajo o que buscan solo los placeres de la riqueza y la fama, han sido los ambiciosos, aquellos que hacen cosas, los que corren riesgos, algunos conocidos, en su mayoría gente desconocida que han avanzado por esta difícil senda hacia la prosperidad y la libertad, por nosotros ellos reunieron sus pocas posesiones y cruzaron océanos buscando una nueva vida, por nosotros ellos trabajaron en fábricas, conquistaron el Oeste, se aguantaron las dificultades. Por nosotros lucharon y murieron en lugares como Concorde y Kenninsburg. Norman Diaz y Key Sand.

Una y otra vez estos hombres y mujeres lucharon y se sacrificaron y trabajaron hasta que sus manos sangraban para que tuviéramos una vida mejor. Ellos vieron a Estados Unidos como algo más grande que la suma de nuestra ambiciones y debilidades, más grande que las diferencias provenientes del nacimiento y de la riqueza. Este es el viaje en el que estamos hoy.

Seguimos siendo la nación más próspera y poderosa del mundo. Nuestros trabajadores no son menos productivos que cuando empezó la crisis. Nuestra mente no es menos creativa. Nuestros bienes y servicios no son menos necesarios que hace una semana, un mes o un año. Nuestra capacidad se mantiene, pero el momento de quedarnos observando, de proteger intereses mezquinos, ese tiempo ha pasado.

A partir de hoy debemos levantarnos, desempolvarnos y comenzar a trabajar para rehacer a Estados Unidos.

Donde quiera que miremos hay trabajo por hacer. El estado de la economía demanda acciones audaces y vamos a actuar no sólo para crear nuevos empleos sino para asentar los fundamentos del crecimiento.

Construiremos las carreteras y los puentes, las redes eléctricas y líneas digitales que alimentan nuestros comercios, reestableceremos la posición que le corresponde a la ciencia y usaremos las maravillas de la tecnología para mejorar el cuidado médico y disminuir sus costos. Aprovecharemos los recursos del Sol y el viento para movilizar nuestras fábricas y autos y transformaremos las escuelas y universidades para atender la demanda de la nueva era.

Podemos hacerlo y esto es lo que vamos a hacer.

Algunos cuestionarán la escala de nuestras ambiciones, les sugerimos que nuestro sistema no puede tolerar demasiados planes. Ellos tienen una memoria corta, porque han olvidado lo que este país ya ha hecho, lo que hombres y mujeres libres pueden lograr cuando la imaginación y el propósito común se unen y la necesidad y el coraje.

Lo que los cínicos no entienden es que el suelo se les ha movido, que los argumentos políticos desgastados que nos han consumido por tanto tiempo ya no se aplican. La pregunta que nos hacemos hoy no es si el gobierno es muy grande o muy pequeño, sino si acaso trabaja, si ayuda a las familias a encontrar empleos decentes, le da el cuidado que necesita, una jubilación digna. Si la respuesta es sí, seguiremos adelante, cuando la respuesta sea no, los programas se acabarán y aquellos que manejamos el dinero público tendremos que responder para usarlo de manera sabia, reformar los malos hábitos y sólo así podremos reestablecer la confianza vital entre el pueblo y su gobierno.

Tampoco la pregunta es si el mercado es una fuerza para el bien o el mal, es un poder para generar riqueza y libertad incomparable. La crisis nos debe recordar que si no hay un ojo vigilante, el mercado se puede salirse de control y una nación no sólo puede prosperar en favor de los más prósperos. El éxito de nuestra economía siempre ha dependido no solo del tamaño de nuestro Producto Interno Bruto, sino por el alcance de nuestra prosperidad, nuestra habilidad de extender oportunidades a cada uno. No por caridad si no porque es el camino más seguro al bien común.

En cuanto a nuestra defensa común rechazamos la falsa premisa de que hay que escoger entre la seguridad y los ideales. Nuestros próceres se enfrentaron a peligros que no podemos ni siquiera imaginar. Ellos pasaron una senda para asegurar el imperio de la ley y los derechos del hombre expandiéndola con la sangre de generaciones. Esos ideales siguen iluminando el mundo y no vamos a renunciar a ellos solamente por celeridad, así que a todos los otros pueblos y gobiernos que nos observan hoy desde las grandes capitales a los más pequeños pueblos, como aquel en que nació mi padre, sepan que Estados Unidos es una amiga de cada nación, de cada hombre mujer y niño que quiere un futuro de paz y dignidad y estamos listos para retomar el liderazgo.

Las generaciones que nos precedieron enfrentaron el fascismo y el comunismo no sólo con mísiles y tanques sino con firmes alianzas y convicciones, entendieron que nuestro poderío por sí solo no podía protegernos ni nos daba el derecho de hacer lo que nos daba en gana, en lugar de eso vieron que nuestro poder crecía gracias a su uso prudente, nuestra seguridad se derivaba de la justicia de nuestra causa, la fuerza de nuestro ejemplo y la templanza de nuestras cualidades de humildad y comedimiento.

Somos los defensores de este legado guiados por estos principios podemos encarara esas amenazas que requieren un mayor esfuerzo, más cooperación y entendimiento entre las naciones, comenzaremos de manera responsable dejando a Irak en manos de su pueblo y para consolidar la paz en Afganistán con viejos amigos y enemigos, trabajaremos incansablemente para reducir la amenaza nuclear y el fantasma de un planeta en calentamiento, no vamos a disculparnos por nuestro estilo de vida ni vamos a doblegarnos en su defensa, lo que les decimos es que nuestro espíritu es fuerte y no va a ser quebrantado, ustedes no van a durar más que nosotros y los vamos a derrotar

Porque sabemos que nuestro legado es de fortaleza y no de debilidad somos una nación de cristianos y musulmanes, judíos, hindúes y no creyentes, nos ha conformado cada lenguaje y cultura, hemos derivado lesiones de cada rincón del mundo y hemos conocido la amargura de la guerra civil y la segregación, y hemos salido de esos capítulos oscuros más fuertes y unidos y no podemos dejar que los odios del pasado simplemente se esfumen.

A medida que nuestro mundo se hace más pequeño nuestra humanidad debe relevarse y Estados Unidos debe abrir paso a una nueva época de paz.

Al mundo musulmán buscamos una nueva forma de avanzar basada en intereses mutuos y respeto mutuo, a aquellos líderes que quieren sembrar conflicto o culpar de sus problemas a Occidente sepan que su gente los va a juzgar no por lo que han construido, sino por lo que han destruido.

A aquellos que se aferran al poder mediante la corrupción y el engaño y tratando de silenciar la disensión, sepan que están del lado equivocado de la historia, pero les vamos a tender la mano si están dispuestos a abrir el puño

A la gente de pueblos pobres les prometemos trabajar con ustedes para que sus granjas prosperen y tengan agua limpia, para ayudar a la gente con hambre y a las mentes con hambre, a aquellas naciones, como la nuestra, que tienen cierto grado de bienestar les diremos no podemos dejarnos llevar por la indiferencia por los que sufren fuera de nuestras fronteras, el mundo ha cambiado y nosotros debemos cambiar con él.

Al considerar el camino que tenemos frente a nosotros recordamos con humilde gratitud a los valerosos estadounidenses que a esta hora patrullan desiertos y montañas lejanas, ellos tienen algo que decirnos como los héroes caídos que yacen en Arlington, los honramos no sólo porque son los guardianes de nuestra libertad sino porque representan el espíritu de servicio, una disposición a encontrar significado en algo más grande que ellos mismos y en este momento, un momento que va a definir a una generación es precisamente este espíritu el que debe embargarnos a todos, porque por todo lo que pueda hacer un gobierno y deba hacer, en última instancia es la fe y determinación del pueblo estadounidense en lo que depende esta nación.

Es la generosidad para atender a un extraño, la generosidad de trabajar y es optar por perder unas horas antes que ver a un amigo desempleado, es el coraje de un bombero para entrar por una escalera llena de humo pero de un padre dispuesto a orientar y cuidar a su hijo, eso es lo que decide nuestro futuro, nuestros retos pueden ser nuevos, los instrumentos con los que nos enfrentamos pueden ser nuevos, pero esos valores de los que dependen nuestro éxito honestidad, trabajo duro, coraje, justicia, tolerancia, curiosidad, lealtad y patriotismo.

Estas son cosas inmanentes, estas cosas son ciertas, han sido la fuerza del progreso a lo largo de nuestra historia lo que hace falta entonces es volver a estos fundamentos, lo que se requiere de nosotros es una nueva era de responsabilidad, un reconocimiento de parte de cada estadounidense de que tenemos responsabilidades con nosotros, con la nación y el mundo, responsabilidades que no aceptamos a regañadientes sino con gusto, sabiendo que nada es más satisfactorio para el espíritu y definitorio de nuestro carácter que el entregarnos por entero a una tarea difícil, este es el precio y la promesa de la ciudadanía, esta es la fuente de nuestra confianza.

El saber que Dios nos ha pedido que le demos forma a nuestro destino, este es el significado de nuestra libertad y nuestro credo, cuando hombres y mujeres y niños de cada raza y de cada fe pueden unirse en esta alameda nacional y porque un hombre cuyo padre salió hace menos de 60 años y quién trabajaba en un restaurante, está ahora con ustedes para asumir este importantísimo cargo.

Así que marquemos este día con el recuerdo de quiénes somos y cuánto hemos recorrido, en el año en que nació nuestro país, en los meses más frías, una pequeña banda de patriotas reunidos frente a fogatas, frente a un río congelado, la capital había sido abandonada, el enemigo avanzaba y la nieve estaba salpicada de sangre, en el momento en el que el futuro de la revolución estaba dudoso, el padre de nuestra nación ordenó que estas palabras fueran leídas a la gente: “Digámosle a los pueblos de futuro que en medio del invierno cuando nada podía sobrevivir que no fueran la esperanza y la virtud en la ciudad y en el país, frente a un peligro común, salimos al frente”.

Estados Unidos de cara a este invierno de dificultades recordemos estas palabras eternas, con esperanza y virtud encaremos una vez más las corrientes congeladas y aguantemos lo que nos traiga la tormenta, que nuestros hijos y nuestros nietos digan que cuando nos sometieron a la prueba nos negamos a claudicar, no volvimos la espalda y no fracasamos y que con los ojos en el horizonte y la gracia de Dios con nosotros, avanzamos con el don de la libertad y se los entregamos a salvo a generaciones futuras.


Gracias Dios los bendiga y que Dios bendiga a los Estados Unidos."





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